martes, 9 de diciembre de 2008

Pesadillas, de Katsuhiro Otomo: El más grande exponente del terror psicológico, y el puente entre oriente y occidente

“Hay siempre en la violencia de Otomo un rasgo impersonal y apocalíptico, como si su tema fuera una gran catástrofe que se desarrolla a partir de movimientos progresivos” Pablo de Santis, La Historieta en la edad de la Razón


Domu, llamada Pesadillas, en España y América Latina, es una de las novelas gráficas más interesantes de Katsuhiro Otomo, uno se los mayores exponentes, no solo del manga, sino de la historieta en general, de todo el mundo. En 1983, tres años después de que se comenzara a publicar, se le dio al autor un premio llamado el Grand Prix de Ciencia Ficción de Tokio. Fue el primer manga en recibir este tipo de galardones.

Katsuhiro Otomo es un autor de manga. En general, en el manga, la historieta japonesa, no existe tan marcado el papel de la dupla. En la historieta occidental es muy común que el trabajo sea dividido en dos partes, y por consiguiente, en dos artistas: un dibujante y un guionista. En la tradición japonesa de este arte de globos y dibujos, es muy común que ambas partes sean realizadas por un autor integral.

Otomo será siempre reconocido por su genial obra Akira, tanto en el mundo impreso como en el mundo fílmico. Lo que resulta bastante enojoso para los amantes de la historieta es que este Apocalipsis futurista de Otomo, es muchas veces nombrado como la razón de la muerte de la historieta occidental.

¿Oriente vs Occidente?
Muchas personas creen que, con el crecimiento del manga y su total globalización, su entrada en todos los mercados, el público se alejó de los autores occidentales. Ellos dicen que Akira, y Dragon Ball (de Akira Toriyama) son las dos historietas que avasallaron a Moebius, a Oesterheld y lograron que el público joven dejara de leer a Mafalda y Asterix.

Por supuesto, este concepto es muy drástico y a mi entender, errado. Durante los 80’s y 90’s el público masivo dejó de consumir el material occidental, prefiriendo leer Los Caballeros del Zodíaco y Dragon Ball. Quizás el hecho de que el animé (series y películas relacionadas con el manga) tomara las mismas historias y las convirtiera en frenéticos dibujos animados ayudara a su masificación. Sin embargo, Otomo es, justamente, el puente de oriente y occidente. Sus historias podrían transcurrir en cualquier cultura. Y de ninguna manera son anti-europeas.

Es verdad que muchas de las historietas de Otomo tienen una marcada política que repudia el avasallaje norteamericano, pero justamente, eso tiene mucho que ver con los historietistas europeos y latinoamericanos.

De la Publicación de Domu y de su argumento
Esta genial historieta se comenzó a publicar en la revista Action Comics, de la DC Comics en 1980. La revista, nacida en 1938, en un mal momento para el mundo, el momento en que los estadounidenses sufrían todos de una depresión bélica terrible. En Action Comics nace Superman, el personaje que fue creado para enfatizar el poderío americano y generar un nacionalismo latente en los más jóvenes. Es irónico que la misma revista que publicó al super hombre, luego, cuarenta años después, publique al autor japonés que más castiga a los Estados Unidos por lo ocurrido en la Segunda Guerra Mundial y sus explosiones nucleares.

Domu es, sin duda, un comic Otomo. Aunque no se detiene tanto en la política, como si lo hace en sus comics Cyberpunk. Este manga tiene mucho que ver con el temor a lo desconocido, la magia de la imaginación y la potencialidad de los jóvenes. Todos estos factores también están presentes en Akira, con sus niños dotados.

Este manga está considerado dentro del género del Terror Psicológico. Este tipo de relatos son en los que el lector, o espectador no se limita a exaltarse por imágenes macabras y sangrientas, sino que realiza un compromiso más profundo con los personajes, y se sienten identificados. Se evoca a la emotividad el lector.


La historia transcurre en un bloque de edificios de apartamentos. Tiene una estética arquitectónica agobiante e impersonal. Miles de personas viven allí, unos tan cerca de los otros, sin conocerse los unos a los otros. Es una perfecta metáfora de las grandes metrópolis japonesas.

En ese barrio están sucediendo extrañas cosas, y comienzan a aparecer muertos, que parecen ser suicidas. Todas las muertes tienen circunstancias extrañas. Por ejemplo unos policías que patrullaban la zona se descuidaron unos momentos, uno de ellos se detuvo para orinar. Cuando volvió, su compañero había desaparecido, lo encontraron muerto, estrellado contra el piso, pero le faltaba su revolver.

Los niños, en este barrio, son muy perceptivos, y durante toda la historieta suponemos muchas cosas. Generamos diferentes hipótesis conectadas siempre con lo paranormal, y con estos niños, porque las pistas nos van llevando a eso. A pensar que alguno de esos niños está asesinando a esas personas.

A cada una de las víctimas le desapareció algún objeto, como si el asesino coleccionara trofeos de sus logros. La historia da un giro inesperado, o quizás no tanto, si tomamos en cuenta ciertas actitudes de los niños, al mostrarnos al verdadero asesino: un viejo con poderes extrasensoriales, que recorre el lugar por las noches realizando travesuras como si fuera un niñito. La dualidad infanto-geronte del personaje, esa mezcla entre niño y anciano, lo hace aún más macabro.

La relación que se da entre los niños dotados del lugar y el monstruoso anciano es muy interesante. Es una constante amenaza, una constante tensión, ya que ellos saben qué es él, a diferencia del mundo de los adultos, pero lo afrentan, tratándolo como si fuera un niño más.

El anciano, Cho-san, también disfruta mucho de atormentar a los policías que investigan los extraños casos. El comisario fue una de sus víctimas, y luego se dedicó a atormentar a su mejor amigo con imágenes del hombre fallecido en los bancos de las plazas del complejo edilicio. Es una historia de niños perturbados, masas asustadas, investigaciones policiales truncadas por una verdad inverosímil; y entre todo eso: Cho-san.

Pablo de Santis (escritor argentino de ensayos, novelas y guionista de tiras de historieta), hablando de Domu, de Akira y de la relación de Otomo con autores de comic occidental como el francés Moebius y el chileno Alejandro Jodorowsky hace la siguiente reflección que resulta muy acertada: “Recorre sus páginas la sensación de que algo ominoso está ocurriendo sin que lo sepamos. Como en el cine japonés de los ’50, el entretenimiento fundamental es la destrucción; pero aquí los monstruos son invisibles.”


1 comentario:

salvadorsanz dijo...

que cacho de historieta, lastima que no la tengo, la lei de prestado,con otomo entre al manga, feliz año para vos!